Más que Francia, menos que Italia, Japón importa tanto café que se convirtió en uno de los principales mercados del mundo: son 930 millones de libras por año. Con locales legendarios, como el Chatei Hatou, en algunas zonas niponas el molido y la preparación del espresso se convierten en rituales tan ancestrales como la ceremonia del té. Y mientras parte del mundo acelera el proceso con urgencia, apurado por preparar un café apretando una tecla, en el Japón se valora la técnica artesanal: la superempresa nipona Hario ahora lanza su cafetera de filtro manual, apenas dos conos de vidrio que recuperan el espíritu de infusión sin máquinas, enchufes ni calderas. Arriba, el papel de filtro; y abajo, el café. Hario, que es conocido en Japón como “el rey del vidrio”, ahora empieza a vender en todo el mundo su coquetísima cafetera desenchufada, la compañía perfecta para acompañar la lectura de algún librazo de Murakami. ¡Gracias, Aguila!
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Japón celebra la ceremonia del café
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