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La escritora a la que le metieron el perro

Los antiguos aborígenes estadounidenses decían que los perros hacen humana a la gente. Esta es una de las primeras cosas que descubre la narradora de El amigo, la novela más maravillosa de este año: una escritora neoyorquina pierde a su mejor amigo y mentor pero hereda a un gran danés artrítico y gigantón, que se quedó solo después de aquella muerte traumática. Ella no tiene más remedio que llevarse el perro a su minúsculo departamento aunque se arriesga a que la desalojen porque está prohibido tener animales. Y entonces comprueba no solo que la vida es mejor al lado de un perro (doy fe) sino que el perro la mejora como persona.

 

Ganadora del National Book Award, “El amigo” es una conmovedora novela sobre la amistad entre humanos y animales.

 

A los 69 años y con bajísimo perfil, la escritora Sigrid Nunez se consagró con El amigo, que ganó el National Book Award y recibió cientos de críticas elogiosas. Es que esta novela en la que el único personaje con nombre propio es el gran danés (Apollo) es una conmovedora reflexión sobre la escritura, la vida en la ciudad, la pérdida, el duelo y la soledad, plagada de reflexiones, anécdotas y citas literarias, desde Virginia Woolf hasta J.M. Coetzee. Pero más que nada es una declaración de amor a los perros: epítomes de la devoción, siempre dispuestos a dar la vida por sus humanos favoritos. “Son los perros los que morirían por los dueños y no al revés”, escribe Nunez mientras olfatea las relaciones entre hombres, mujeres y animales. Ojalá que en la cuarentena los lectores se hayan topado con este libro (“una de esas historias en las que se pone a prueba a una persona, una de esas fábulas en las que alguien encuentra a un desconocido, puede ser humano o animal, que necesita ayuda”) y que hayan adoptado un perro: según uno de los refugios bonaerenses más importantes, en los meses pasados se quintuplicaron las adopciones de cusquitos. Yo tuve la fortuna de pasar el aislamiento obligatorio junto a Fika, una galga dormilona que comparte conmigo la afición por las siestas y que me alegró la vida en el encierro porque, según Nunez y yo coincido, tener un cuerpo enorme y cálido apoyado a lo largo de tu espina dorsal es un consuelo increíble.

 

Aun con el dolor de la pérdida y en medio de una tristeza profunda, El amigo irradia felicidad: un gigante dormido vela por la mujer en un espacio donde no caben la maldad, el egoísmo o la envidia de otros humanos. Si es cierto que la vida del animal es el lapso del amor perfecto, mirarnos a los ojos con un perro nos hace mejores porque, como dijo alguien, “lo que consigue que no me convierta en un completo misántropo es ver lo mucho que los perros aman a los hombres”.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.