La foto en blanco y negro delata aquello que las palabras no llegan a contar: dos jóvenes parados delante de una casa, allá por 1920, se miran como solo pueden mirarse dos enamorados. Esa foto apareció en un negocio de antigüedades en Dallas, Texas, y para sus descubridores, Hugh Nini y Neal Treadwell, tuvo el peso de una epifanía: desde entonces se dedicaron a rastrear viejísimas fotos de hombres enamorados y su “colección accidental”, así le dicen, alcanza ya las 2.800 imágenes y es la materia prima de Loving, un maravilloso libro de tapas duras que acaba de ser publicado. Si hace cien años no era frecuente que los amantes masculinos se muestren al mundo, acá se revela el carácter revulsivo de estas imágenes: son el documento gráfico de los amores imposibles.
El romance secreto, en blanco y negro: el libro “Loving” recupera 2.800 fotos del amor homosexual entre 1850 y 1960, el siglo maldito.
“Hasta hace poco, la relación que podía tener una pareja masculina enamorada, o un simple individuo, ya estaba descrita o denunciada de antemano por cabecillas de organizaciones religiosas, por políticos y por el sistema jurídico, aunque ninguno de los descriptores o denunciantes hubiera conocido nunca a las personas afectadas”, escriben Nini y Treadwell: “Pero hablaban sobre ellas como si las conocieran y raras veces era en términos amables”. Su formidable colección abarca el período que va desde 1850 hasta 1960, justamente el siglo largo donde se registró el mayor odio de la historia contra las diversidades (recién en 1868 el periodista germano-húngaro Karl Maria Kertbeny usó por primera vez la palabra homosexualidad). Y aunque el término es reciente, la conducta que describe fue parte de la humanidad desde que el hombre es hombre pero en esos años fatídicos se cultivó el homo-odio, un tipo de prejuicio atroz equiparable al racismo, el antisemitismo o la misoginia. A su modo, los amantes que aparecen en Loving fueron mártires, porque tuvieron que sufrir el desprecio o la violencia en secreto, pero también fueron héroes. Abundan marineros, soldados y vaqueros posando sobre paisajes naturales: todos hombres alejados de sus familias y sus pueblos que se sintieron libres en la lejanía y amaron a los que quisieron.
Es un acto de justicia: los personajes de estas fotos finalmente pueden contar sus historias. “Olvidemos los paraguas, las playas, los coches, las bicicletas y las embarcaciones, incluso los abrazos, y concentrémonos en las miradas”, concluyen Nini y Treadwell. Esos ojos transmiten la clase de amor romántico que uno reconoce en cualquier lado. Tiene sentido que las imágenes, como el cine de su época, sean mudas: muestran el amor que no se atreve a decir su nombre.
Publicado en La Nación