En sus mesas se sentaron escritores, críticos y artistas. Fundado en 1939, cerró sus puertas en los días más difíciles de la Segunda Guerra Mundial y reabrió en 1945, en un edificio asombrosamente intocado por los bombardeos sobre Viena. Esta semana, toda Austria le rinde homenaje a Leopold Hawelka al cumplir cien años: es el fundador del café más famoso de un país célebre por sus cafeterías. Desde que abrió su pequeño cafetín, el Hawelka no sólo se convirtió en un mito de la ciudad sino que fue epicentro de las reuniones notables. El mismísimo presidente austríaco, Heinz Fischer, lo declaró “una institución cultural” y lo consagró como “un modelo para los jóvenes dueños de cafeterías” (¡miren de las cosas que se ocupan los presidentes en el Primer Mundo!). Además, el servicio postal austríaco publicó una edición limitada de estampillas con la cara del viejo Leopold y los músicos de la Filarmónica de Viena se corrieron hasta el bar para ejecutar entre las mesas algunas de sus más bonitas páginas.
A
Austria le rinde tributo a un cafetero
CategoriesSin categoría
Tenés que iniciar sesión para comentar.