A los 98 años, Mel Brooks es la última novedad de la comedia. Mientras prepara una secuela de Spaceballs, la película satírica que acá se conoció como S.O.S. Hay un loco suelto en el espacio, la publicación de sus memorias en castellano es un antídoto poderoso para la mufa de esta época: ¡Todo sobre mí! es una crónica de sus “añoranzas, alabanzas, labranzas, chanzas, venganzas, enseñanzas y, cómo no, de sus no menos azarosas andanzas” que resume una vida casi centenaria empeñada en un monotema, la búsqueda del chiste perfecto.
El libro de memorias de Mel Brooks es un tratado sobre la comedia, un nuevo género dentro de los estudios culturales modernos.
El libro de Brooks, el creador de Superagente 86 entre otras maravillas, es un tratado sobre la comedia, un nuevo género dentro de los estudios culturales modernos. ¿Cómo es posible que lleve más de ochenta años trabajando de hacer reír? Acaso tenga que ver el hecho de que el joven Melvin James Kaminsky, el nombre con el que nació en Brooklyn en 1926, haya tenido su primer oficio en el mundo del espectáculo como baterista. “Sigo pensando constantemente en el ritmo, que es de vital importancia en los tiempos de la comedia”, explica Brooks: “Me doctoré en el manejo del ritmo, entendiendo por ello la capacidad para saber dónde y cómo encajar el mensaje verbal”. Chim, pam, pum. Que se diga de alguien que “tiene calle” para él significa que puede contar una historia sin perder ni por un segundo la atención del que escucha: en la esquina del barrio, la comedia era tan importante o más que la música y el que tenía mayor capital social era aquel que empezaba diciendo “déjame contarte lo que ha pasado hoy…”.
Si hay quienes no pueden afrontar el infierno cotidiano sin una munición de memes, o chistes de la contratapa del diario entre los más clásicos, el humor tiene reglas que son repetidas como ecuaciones exactas (“si se dobla es comedia y si se rompe es tragedia” o “la comedia es drama más tiempo”), pero Brooks elabora su propia teoría: la sutil diferencia entre comedia y tragedia pasa por el punto exacto en que algo causa gracia: “Si me corto un dedo, eso es tragedia. Comedia es si caes por una alcantarilla y la palmas”. Enemigo declarado de la corrección política, Brooks dice que la comedia es un elemento fundamental para la existencia porque, entre todos los géneros del arte popular, es el que dice verdades más agudas sobre la condición humana. Asignado a los alrededores de Normandía en 1945, y con sus tres hermanos hijos de una madre viuda también en el frente de combate, hizo el humor y no la guerra: “Puedes luchar cuando las cosas van mal si tienes sentido del humor”, escribe ahora: “La risa es un grito de protesta contra la muerte, contra el largo adiós. Es una defensa contra la infelicidad y la depresión”.
Miembro del círculo selecto de los EGOT (los poquísimos artistas que ganaron un premio Emmy, un Grammy, un Oscar y un Tony), Brooks convierte la anécdota en una más de las bellas artes porque cada episodio vital está enmarcado dentro del anhelo por el chiste: “‘Mel, ¿cuál es tu secreto para una larga vida?’. Y yo siempre respondía: ‘No te mueras’”. Ya en el título, ¡Todo sobre mí! no le teme a la autorreferencia, al punto de que la solapa cita, entre grandes figuras que recomiendan su lectura, a un tal… Mel Brooks: “Desde la Biblia no había leído nada tan poderoso y conmovedor. Y además, ¡mucho más divertido!”.
Publicado en La Nación