Esta es la película que nunca deberían mostrarles a los mineros chilenos: mientras los reportes desde Copiapó informan que ven partidos de fútbol y hasta disfrutan de un recital en vivo de Piero (¡!), acá se estrena en los cines El descenso 2, la continuación de una módica saga de terror que muestra todo lo malo que puede pasar allá abajo. La trama empieza cuando una perturbada Sarah vuelve de una expedición fallida por las cuevas de las Montañas Apalaches: seis chicas bajaron a una cueva, sólo ella salió con vida y manchada con la sangre de sus amigas, pero no se acuerda de nada. Desconfiado, el comisario no le cree la amnesia y organiza una expedición donde Sarah y unos cuantos más vuelven a bajar a las cavernas. El sistema de cuevas subterráneas es “una puerta al infierno y el demonio debe estar enfadado”, se dice. Mientras los héroes chilenos hacen gimnasia y organizan un provisorio sistema de castas y jefaturas, en la ficción el grupo se rinde ante el descontrol cuando un derrumbe los deja atrapados en las entrañas de la tierra. ¿Quién anda por ahí? “Creo que hay algo acá abajo”, razona un personaje y, lo que empieza como una película catástrofe (elenco coral en busca de la supervivencia después de un accidente y la sistemática eliminación de los personajes) termina como una de terror gore, con un ejército de Gollums de aspecto gelatinoso y voracidad sanguinolenta.
Inconveniente para claustrofóbicos, la película se hunde: por momentos, los diablitos dan más risa que miedo. Es que son terriblemente miopes y, aun en su monstruosidad, uno se compadece de verlos a los tumbos, persiguiendo a las presas que se les escapan y que desafían su oído prodigioso: “El silencio es tu mejor arma”, alienta la heroína y allá va, derechito al infierno pero confirmando su sospecha: “¡Pensé que se trataba de cieguitos!”.
Publicado hoy en clarin.com
&
"El descenso": cuántas minas que tengo
CategoriesSin categoría
Tenés que iniciar sesión para comentar.