La nueva película del director de “Donnie Darko” es un thriller perturbador sobre una familia, una caja y un botón: si lo presionan, recibirán un millón de dólares pero alguien morirá en algún lugar del mundo.
Una amorosa madre de familia a la que le falta medio pie. Un abnegado padre de familia que resigna su sueño de convertirse en astronauta. Una familia a la que no le sobra el dinero. Un hombre al que le falta medio rostro, con una caja que tiene un botón rojo y una propuesta indecente: “Si presionan el botón, recibirán un millón de dólares y morirá una persona que ustedes no conocen”. La caja mortal, última película de Richard Kelly, el director de la admirada Donnie Darko, plantea el dilema moral en el territorio tan doméstico como alienado. Literalmente. Es 1976 y, en la nevada ciudad de Richmond, los Lewis llevan una vida apacible. Mamá Norma (Cameron Díaz) enseña Literatura en la escuela y se conmueve con los planteos existencialistas de Sartre; papá Arthur es un ingeniero que trabaja en la NASA; y el dinero empieza a escasear hasta que llega esa oferta que no podrían rechazar… Si Donnie Darko se convirtió en una película de culto gracias a un conejo monstruoso como alegoría del eterno desubique adolescente, acá la noción de extrañeza invade el ámbito de lo cotidiano (la casa, la escuela, el trabajo), con multitud de alelados a los que les sangra la nariz y un soundtrack que recuerda las más escalofriantes escenas de las películas de terror de la Universal. Basado en el cuento corto Botón, botón del gurú sci-fi Richard Matheson (el autor de Soy leyenda) y con reminiscencias de The Game (David Fincher, 1997), donde la realidad se vuelve un juego alucinado, Kelly está más cínico que nunca y, en definitiva, si fuera cierto que no hay futuro, el descalabro empieza en los gobiernos y las corporaciones pero sigue en la familia; según la didáctica escolar, “la célula básica” de la sociedad. El texto completo, acá.
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