La Puerto Rico: tristes trópicos

“Café, digno final para una comida”: el cartel reproduce la estética publicitaria de los años ’50 y, más que una pieza alumbrada por los creativos de Mad Men, parece uno de esos avisos que salían en la Radiolandia o en la original Gente y la actualidad, todas piezas arcaicas del periodismo criollo que nos llegan a nosotros en las librerías de usados de la Costa Atlántica. Con su promesa de “cafés” y “tés” (y una estoica apelación a la “dignidad” de la infusión), La Puerto Rico se mantiene por el peso de su nombre tradicional. Si la decoración original apelaba a cierta idea colonialista de “lo caribeño” (barcos de vela y, sobre todo: multitud de negritos), ahora se entrega a la explotación del tango for export. Escenario, bandoneón y baldosas para sacarle viruta al piso, gastado por las suelas del mozo que viste pantalón negro y camisa de cuello Mao amarillo patito. La historia oficial dice que, en 1887, don Gumersindo Cabero abría La Puerto Rico en la calle Perú, entre Alsina y Moreno, para mudarse al solar actual de Alsina 422 en 1925, con un nombre para “rendir homenaje a la isla donde había residido y de la cual apreciaba su café”. Pero aunque el grano boricua sea muy cotizado, acá el sommelier se encontrará con réplicas viles: unas enormes tolvas ofrecen las variedades Puerto Rico, Bourbon, Playa Ponce, Natural y Brasil (de $ 16 a $ 30 el cuarto kilo) pero, ya en confianza, la dependienta admitirá que en realidad… son todos brasileños. Decepción ante la módica estafa. La efeméride intenta consolarme diciendo que por sus mesas pasaron José Ingenieros, Arturo Capdevilla o Rafael Obligado y que hasta un tango le dedicaron, La Puerto Rico, en el que Lacal Montenegro y Hugo Vargas versearon su amor por estas mesas. El presente es menos glorioso: se intenta compensar la falta con un típico espresso ($ 8, de la variedad Natural, pero ya sabemos cómo es el tema de las variedades…) y, bajo la custodia del mortecino tragaluz biselado que emula los tópicos del Caribe, a dos pasos de la Plaza de Mayo se padecen estos tristes trópicos.
 

La Puerto Rico. Alsina 422, San Telmo, Capital Federal. Abierto todos los días.