El último número llegado a la Argentina de la edición española de la refinadísima revista Esquire (tiene a Mickey Rourke en la tapa y es el de marzo: consecuencias de vivir en el fin del mundo), consagra en su sección Check Out (“el placer está ahí afuera”), al “café de los de antes”: “A pesar de los nuevos tiempos, todavía hay quien prefiere degustar el café en grano de toda la vida”. El sommelier de café ® opina lo mismo: si en tu casa compraban El monaguillo o La Virginia, la inercia de la costumbre rancia te va a llevar a esas marcas, ignorando que hay un nuevo mundo allá afuera… Pero en Esquire hablan de la tradicional etiqueta española La Brasileña:
“En 1928, Don Carlos Ibarrondo puso pie en tierra, dejó de surcar los mares como capitán mercante y fundó una pequeña tostadora de café en Vitoria. Hoy, ocho décadas después, su empresa familiar se ha convertido en un grupo de 140 empleados, sirve a diario 700.000 humeantes tazas y comercializa las marcas Tostadora, La Brasileña, Dromedario y Pozo. En tiempos de prisas y cápsulas, ellos siguen apostando por el envasado de toda la vida, el aroma del grano recién tostado (uno de los grandes placeres de la vida) y el sorbo lento del gourmet. Incluso mantienen el logo antiguo, un ejemplo de cómo el buen diseño puede superar el paso del tiempo. Acaban de venirse de Brescia (Italia) con tres medallas de oro, consiguiendo la mayor calificación en las denominadas Olimpíadas del café. They are the champions“.
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