Con la pompa y la circunstancia del ambiente diplomático (los lectores de Graham Greene o John Le Carré saben que las intrigas internacionales nunca se discuten en las embajadas o en las reparticiones públicas y siempre en los bares de los grandes hoteles), el salón del Alvear sirve el brunch más tradicional de Buenos Aires. A $ 380 por comensal (ojo, se reserva con seña del 50% y se pide una tarjeta de crédito), aquí mandan las divisas fuertes y el muestrario de nacionalidades: caviar ruso, salmón japonés, panceta estadounidense, ñandú pampeano o café brasileño, todos en un “menú de estaciones”, como dice el chef, “para saborear mariscos, frutos de mar, carnes de caza y los más exquisitos postres”. En el estricto dress code se adivina la clase genuina: se exige vestuario “formal o elegante sport” aun en el mediodía del domingo, porque en el afrancesado salón los cubiertos de plata se empuñan con el protocolo que delata toda una vida de agasajos en las recepciones del embajador.
L’Orangerie, Alvear Palace Hotel, Alvear 1891 | Publicado en Joy
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L'Orangerie: brunch, pompa y circunstancia
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