Se habla de “síndrome de abstinencia” o del “infierno de las adicciones”. Pero lejos del bloque sensacionalista del noticiero vespertino, a nosotros nos importan los adictos a la infusión: para ellos (¡nosotros!), la tecnología ofrece una solución con el inhalador de café. Otra que el ventolín para el asmático y pariente cercano del parche de nicotina: por 8 dólares, un paquetito compuesto por tres cápsulas de café del tamaño de una bala que, al inhalar, aportan al cuerpo 100 miligramos de cafeína. Aaahhh.
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Mientras el inhalador de café da la vuelta al mundo, se conocen más detalles de su manufactura: fue creado por Le Whif, un profesor de Bioingeniería de Harvard, que desarrolló este container biodegradable con polvo de café que, al aspirarlo, va directo a los pulmones. Mientras preparan una versión con chocolate y otra con una cena completa (¡!), asombra el slogan del inventonto: “Un golpe de café sin taza”.
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