Una joven promesa de 85 años: el destino de Aurora Venturini se decidió en la mesa de un bar de Córdoba y Carlos Pellegrini, una tarde de noviembre de 2007. Allí, el jurado del “Premio Nueva Novela”, con el que el diario Página/12 celebró su vigésimo aniversario, eligió como ganadora Las primas, la portentosa fábula familiar de una escritora platense de 85 años que para esa fecha vive a 52 kilómetros de allí, que fue pionera en el ejercicio de la psicología, que trabajó con Evita, que se exilió en Europa, donde conoció a Jean Paul Sartre y a Simone de Beauvoir, que volvió y se recluyó en La Plata y que está a punto de convertirse en la nueva-gran-cosa-nueva de la literatura argentina y cuya vida extraordinaria se revisa en Esta no soy yo, su biografía recién publicada. 

 

La biografía de Aurora Venturini, la escritora que se convirtió en la gran promesa de la literatura argentina… a los 85 años.

 

“Finalmente, el nombre ‘Nueva Novela”, en contraste con la edad de quien resultó ganadora, fue uno de los primeros y más potentes hitos en la construcción de su personaje”, escribe la autora Liliana Viola, integrante del comité de preselección del premio y albacea de la obra de Venturini, elegida por ella misma. Ahora es un mito de la literatura nacional, pero… ¿quién había sido antes y por qué no la conocíamos? Estas preguntas son el kilómetro cero de una biografía reveladora sobre la obra y la vida de una mujer exiliada de los circuitos literarios y que encontró la fama hacia el final de su vida con libros extraordinarios como Las primas, pero también Eva, Alfa y Omega, Las amigas o Nosotros, los Caserta. Todos son textos fundamentales en esta saga de libros que hacen bien: con un estilo singularísimo, Venturini despliega el mundo tortuoso de los anormales en un mundo de comunes, explora las mitologías de barrio y describe los misterios de la sexualidad femenina o el ascenso social.

 

El fallo de aquel jurado (integrado por Juan Ignacio Boido, Juan Forn, Rodrigo Fresán, Alan Pauls, Sandra Russo, Guillermo Saccomanno y Juan Sasturain), argumentó que Las primas es “una novela única, extrema, de una originalidad desconcertante, que obliga al lector a hacerse muchas de las preguntas que los libros suelen ignorar o mantener cuidadosamente en silencio”. En Esta no soy yo se evidencia que esa descripción cabe también a Venturini, ella misma dueña de una biografía delirante, que incluye fechas falsas de nacimiento y defunción y cantidad de mitos alrededor de su amistad con Evita, su matrimonio sin hijos o el accidente que la dejó postrada con los huesos estallados en mil partes. En diálogo con quienes la conocieron, Viola alumbra los aspectos oscuros de una vida fabulosa y equívoca y finalmente ubica en aquel bar la razón de su vida: “En esa mesa de caballeros se está decidiendo si esa mujer va a morirse sin que nadie la haya leído o si vivirá los ocho años que le quedan reconocida como el gran hallazgo de la literatura argentina del siglo que empieza”. 

 

¿Y el café?

‘Tía Nené, supe porque escuché detrás de la puerta, se reía del gringo, ¿qué se piensa ese tano que voy a casarme con él y comer la pasta? Una vez le dije: mejor la pasta que tomar café con leche casi siempre”. En tributo a Yuna Riglos, la narradora minusválida de Las primas, algunos secretos para mejorar el café con leche: usar leche entera, para que haga buena espuma, y no calentarla demasiado, porque al superar los 70 grados la lactosa se degrada, las proteínas se coagulan, el dulzor y la textura se pierden… Una buena proporción para el café con leche en casa, como la de Yuna o cualquier pariente de las primas, es tres partes de leche por una de café.

 

Publicado en ADN+

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.