Una de sus variedades se llama Bona Fide pero nada que ver con el Cinta Azul o Franja Blanca que compran madres y abuelas. En la ciudad estadounidense de St. Louis, la marca Goshen Coffee tiene más de diez años tostando cafés de origen y certificados con el sello del comercio justo. Para celebrar su primera década, le encargaron al estudio de diseño gráfico Atomicdust un relanzamiento del packaging, que resumiera un espíritu bohemio y colorido. Después de un análisis del mercado, llegaron a la conclusión de que las pequeñas marcas de café suelen ser exclusivas y elitistas. Para acercarse a los bebedores de una manera más informal, contaron con la foto de una señorita tatuada (obra del canadiense Michaël Fournier), con el objetivo de reflejar una actitud rebelde e independiente en las 25 variedades de granos que, entre olas y pajaritos, llevan frescura a la góndola. Su lema: “La vida es demasiado corta para un mal café“.
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Cafés del mundo: Goshen, de St. Louis
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