Se escucha en los oídos pero se siente en la boca del miedo: los primeros acordes son tan tenebrosos como una película de terror. Así empieza Lost Themes III, el nuevo disco de John Carpenter, uno de los últimos maestros vivos del cine estadounidense. Si en la película Asalto a la prisión 13 no le tembló el pulso para filmar el asesinato de una nena, y en Halloween escondió dulces y trucos debajo de una careta de plástico, esta obra magistral de música electrónica continúa por el surco del julepe: suena menos para la discoteca que para la mansión del terror. Y el subtítulo del disco es el anuncio de regreso de un director que no filma desde hace una década o la confesión maldita de algunos de sus personajes: Alive After Death, “vivo después de la muerte”.
Un nuevo disco tenebroso de John Carpenter: el maestro del terror también es un cultor de la música electrónica.
De la escasez, virtud: en 1974, cuando filmó Estrella oscura, su primera película, no tenía presupuesto para compositores. Él empezó a experimentar con un sintetizador modesto y, desde entonces, de allí salieron las partituras de La niebla, El pueblo de los malditos o la mismísima Halloween, donde el rasgueo sampleado de las cuerdas acompaña los cuchillazos del maléfico Mike Myers, acaso tan acompasado como el tironeo de violín que marca cada incisión en la ducha de Psicosis (no es casual que Carpenter reconozca como sus grandes inspiradores a Bernard Herrmann y Dimitri Tiomkin, dos de los maestros que compusieron música para las películas de Hitchcock). En Love Themes III la música despierta el mismo hormigueo que un cuento de miedo narrado al calor de un fogón en una noche de campamento: me asusta pero me gusta. Con títulos como “Weeping Ghost” (fantasma llorón) o “Dripping Blood” (sangre goteando), el disco revive el espíritu de las bandas de sonido setentistas que descubrían la electrónica para ambientar películas donde el asesino serial era una alegoría del mal encarnado en una sociedad de apariencia beatífica o la invasión extraterrestre, un modo de denunciar el capitalismo inhumano.
“En los Estados Unidos es la realidad la que se encarga de dar miedo”, dijo Carpenter a Pelayo de las Heras, periodista del diario español El País, tal vez para explicar por qué ya no filma (los noticieros asustan más que las películas, digo yo). Que el trémulo se anime y una noche de estas, cuando está negro desde temprano, apague las luces, encienda los parlantes y suba el volumen. ¿Quién dijo que en la oscuridad no se ve nada? “Son canciones que para provocar imágenes dentro de tu cabeza”, concluye el maestro del terror: “Son canciones para crear una película adentro tuyo”.