Las cuevas cafeteras pisan fuerte en Buenos Aires. Dónde tomar los mejores cafés sin cruzar la Gral. Paz.

Latte Art, mosaico

Ronda de cafeterías, logoUn beso y una flor: la taza es el lienzo y la espuma, una pinturita. Hábil en el dominio de la máquina o diestro en la erogación manual, el barista hace del café con leche una pieza de arte efímero y del espresso, una obra maestra de síntesis y cafeína. Es el rey en su castillo: la cafetería. Si los cocineros-rockstars ocupan el lugar de admiración social que alguna vez tuvieron los DJs o las modelos, y si es cierto que el próximo oficio en lograr el furor ligeramente snob será el de los bartenders, ¿algún día les llegará a los baristas? Ya ocurre en ciudades como Nueva York, Londres o Melbourne, donde se ubican detrás de las barras de cafeterías como Blue Bottle, Monmouth o Duke’s, pequeños centros de peregrinación de los fieles del café en pocillo, sin jarabes, hielos ni caramelos. En Buenos Aires, ya existen algunos hot spots que comparten características (no pertenecen a cadenas, son atendidos por sus dueños, sirven blends propios, ofrecen un menú de bebidas cafeteras, se arreglan en pocos metros cuadrados) y suavizan diferencias: aun en la competencia, a todos les quita el sueño la obsesión por el café perfecto.
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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.