Una estrella roja y una mano en alto que ya no empuña hoz ni martillo, sino un vaso de café. El logotipo de Barrio Cafetero, rubricado con letras rígidas sin serif de inspiración soviética, resume la última revolución: la del oro negro, que toma las calles de las grandes ciudades en cuevas pequeñas como ésta. En apenas un año se convirtió en un clásico del centro porteño, en la entrada del señorial Edificio Thompson: con el virtuosismo genético y la experiencia heredada de sus prácticas en Nueva Zelanda (junto con Australia, epicentro cafetero del eje Asia-Pacífico), el barista Rodrigo Rochas hace malabares en los escasísimos metros cuadrados, en una cruza entre la tradición italiana de apurar el espresso de parado (¡a metros del Florida Garden!) y la estrecha urgencia hipster de un pasillito donde reina la máquina express. O la Chemex o la Aeropress, porque en sintonía con el furor mundial, también se prepara café filtrado y otras bebidas con la precisión exacta que distingue el café con leche de un capuccino (el primero con más leche y menos espuma) y una única certeza: la revolución será cafeinizada.
Florida 833, Centro
B
Barrio cafetero: la revolución del oro negro
CategoriesSin categoría
Tenés que iniciar sesión para comentar.