El último censo que se hizo aquí fue en el año 2001 y precisó la modesta población del municipio: 216 habitantes. Es la mitad de la nada en plena campiña inglesa y el caserío comparte nombre con la parroquia: Daresbury, condado de Cheshire. Aunque el mojón ocupa apenas un puntito microscópico en el mapa de Inglaterra, todos los años la peregrinación convoca a los fieles por estos caminos: acá se celebra Creamfields, la fiesta electrónica más grande del mundo. Pero los devotos de los santos paganos vienen en batallones porque aquí mismo nació el reverendo Lewis Carroll, sumo pontífice de las fábulas lisérgicas y benefactor de todas las niñas del mundo.
El autor de Alicia en el País de las Maravillas retozó por estas praderas y uno, siempre obsesionado por el librito, alucina con una puerta secreta entre aquellas madrigueras. La tierra empieza a vibrar por los saltos de los 45.000 bailarines que se enchastran en estos campos de crema. Y se puede imaginar al Gato de Cheshire, patrono de estas tierras altas, lúcido observador de las masas sudorosas, eterno cínico en sonrisa sardónica: “Toda aventura necesita de un primer paso”, habrá dicho: “Trillado pero cierto, aun aquí“. En mis primeras horas en la Gran Bretaña, me animo a esos trémulos pasitos y reemplazo la cafeína de un espresso típico por la latita de energizante aunque imagino que, en esa pequeña loma de la pradera, Alicia, el Gato y el Sombrerero Loco disponen la vajilla para la ceremonia del té.
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Daresbury: la sabiduría de un gato
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