Un sommelier de café recorre los bares porteños en busca de la infusión perfecta. En el camino conoce a parroquianos que resisten todo cambio, a esnobs que sólo beben marcas premium y a cientos de anónimos que no saben vivir sin un pocillo.
Las Violetas | Rivadavia 3899 Muy bien restaurada. Fundamentales las confituras para acompañar el cafecito. El Banderín | Guardia Vieja 3601 El de este este santuario del hincha futbolero es un café fuerte, tónico, apto para ser consumido como un shot: golpe a la nuca. El Gato Negro | Corrientes 1669 Magníficos blends de la casa (los llaman “cintas”) con granos que son importados desde Brasil y Colombia. Nostalgia | Soler 3599 Imbatible el supertazón de café con leche con guanición de… maní salado. La Biela | Quintana 600 En tan aristocrática esquina se aconseja agregarle al café un chorrito de whisky. Importado, of course. Gran Café Tortoni | Avenida de Mayo 825 Clave su leche merengada: con helado, crema, azúcar, claras de huevo y canela. Británico | Brasil 399 Mantiene su aporteñado café acompañado por épicas medialunas de grasa. Florida Garden | Florida 899 De rancio esplendor (lugar de reunión en los ’60) y dueño absoluto de la “auténtica fórmula de la cheesecake”. La Giralda | Corrientes 1453 Generosos sandwiches de miga, fabulosos churros rellenos que atraen a nostálgicos… y un café como la gente. Clásica y Moderna | Callao 892 Palacio literario que desde 1938 estimula acaso lo mejor que puede uno hacer en un café notable: leer sin apuro.
Publicado en la revista Viva.
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