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Dios está en todos lados y atiende en Silicon Valley

En medio de un bosque en las afueras de San Francisco, hay una caja de Faraday de plomo con el tamaño de un estadio de fútbol, una estructura de hormigón de doce metros de grosor, una malla de oro, una cámara de aire de siete metros totalmente sellada, un laboratorio y, en el centro de todo eso, una máquina. Qué hace esa máquina no se sabe, pero es algo que cambiará para siempre el futuro (¿o también el pasado?) de la humanidad. Ese es el misterio principal de Devs, la miniserie candidata a ser la mejor del año y que se estrenó esta semana en Fox Premium. Creada por el inglés Alex Garland, el autor de Ex Machina y Aniquilación, es la primera obra televisiva que trata sobre la física cuántica y en esa descripción del mundo a escala subatómica se esconde el conflicto dramático de esta época: la tecnología como nueva religión.

 

Una miniserie sobre la tecnología como religión: en “Devs”, la computación cuántica está a punto de cambiar el mundo para siempre.

 

“El protagonista es un CEO de una empresa de Silicon Valley que bien podría ser Elon Musk, Tim Cook o Steve Jobs, individuos que piensan que todo se puede solucionar con la tecnología”, me dice Federico Kukso, colega especializado en ciencia para el que Devs es la mejor ficción de la temporada: “Los gurús tecnológicos tienen delirios mesiánicos y piensan que la tecnología per se conduce a la felicidad de la gente”. En Devs, el misterioso departamento de Desarrollo de una empresa colosal llamada Amaya, nadie entiende qué hacen… ni siquiera los que trabajan ahí. “No me cuentes nada y yo no preguntaré nada”, le dice la ingeniera de software Lily a su novio Sergei cuando él consigue trabajo allí: para el final del día estará muerto pero ella no creerá en su suicidio y las sospechas la conducirán hasta Forest, el CEO todopoderoso. También habrá espías rusos, inteligencia artificial, discusiones sobre el destino y el libre albedrío, dedos quebrados y hasta la posibilidad de revivir a Jesucristo colgado de la cruz. Y ese es el corazón de silicio de la miniserie: cualquier computadora cuántica que pueda alcanzar velocidades y volúmenes de procesamiento hoy impensables, y así saberlo todo, estará a un cúbit de convertirse en la máquina de Dios.

 

En ocho episodios de una hora, la miniserie de Garland propone una pregunta inquietante: si existiera la máquina que nos permita predecir el futuro o viajar a cualquier momento del pasado, ¿esa máquina nos liberaría o nos esclavizaría? Que nos ilumine San Isidoro, el santo patrono de internet. Ahí donde guardábamos una estampita ahora llevamos una computadora del tamaño de un teléfono: en Devs, la tecnología se idolatra como una vía de salvación pero esa devoción se vuelve un suplicio. 

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.