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Dios y el diablo visten a la moda

“Un barómetro cultural para el mundo”: así se presenta en sociedad la revista Vogue y aunque no sea imprescindible medir la presión atmosférica para saber si uno debe salir con piloto o dejarlo en casa, sus páginas le dirán qué se usa y qué no. Acaso eso sea lo peor del periodismo de moda: su retórica regulatoria (llevada a su epítome en el programa televisivo ¡No te lo pongas!). Pero lo mejor es que, más allá de lo in y lo out, las revistas crean valor simbólico y su lectura atenta permite distinguir las variaciones del discurso sobre la industria, el arte y la sociedad. El libro El estilo entre líneas, recién publicado acá, es un potente documento de época: la autora inglesa Kate Nelson Best recopila una historia universal del periodismo de moda y, aun a pesar de la aparente frivolidad del tema en cuestión, demuestra que la moda incomoda.

 

Según Gilles Lipovetsky, la moda se encuentra no solo en el centro de la cultura moderna sino en el centro de la democracia occidental.

 

Ya en el 1700, la revista francesa Le Cabinet des Modes empezó a publicar los primeros figurines y hoy la inglesa The Face vuelve a editarse en papel como faro estilístico de una generación que usa la pantalla del teléfono como espejo. “No estoy sola”, declara Nelson Best: “Artistas que van desde Manet, Cocteau y Klimt hasta Damien Hirst, fotógrafos como Man Ray y Deborah Turbeville, así como escritores, desde Honoré de Balzac y Oscar Wilde hasta Dorothy Parker, Angela Carter y Linda Grant, a todos les ha fascinado escribir y retratar imágenes de la moda”. Si es cierto, como dijo Roland Barthes, que los periodistas de moda dieron forma, o incluso crearon, el concepto mismo de moda, ahí radica el principal dilema: “Su trabajo consiste en alentar a los lectores a adquirir prendas nuevas y, de ese modo, mantener la industria de la moda y a ellos mismos a flote”, resume Nelson Best. La tensión entre arte, cultura y negocio es el corazón del sistema de la moda y esos tironeos cruzan El estilo entre líneas, un libro erudito que habla de las revistas que aligeran la espera en la peluquería y del mundo que representan: según Gilles Lipovetsky, la moda se encuentra no solo en el centro de la cultura moderna sino en el centro de la democracia occidental.

 

El periodismo de moda se empeñará en convencernos de que será imposible sobrevivir al próximo invierno sin un suéter animal print o un tapado extragrande y ahí radica parte de su mitología: nada es permanente y todo es transitorio. Las grandes revistas no se visten a la moda: son la moda. “Vogue no está aquí para romper la burbuja”, confiesa la editora Anna Wintour con su legendaria honestidad brutal: “Ha venido para vender, vender y vender”.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.