El café oriental, patrimonio de la humanidad

“Nacido con el nombre original de khave y como una tradición ancestral en Turquía (todo un rito cuando se prepara en ocasiones especiales, como el día en que un hombre pide la mano de una mujer), el café a la turca se cocina en el cezve, una cacerolita de cobre o latón con el interior de estaño, más ancho por abajo que por arriba y con un asa para servir la bebida…”: así explica el Sommelier de café los palotes del café oriental, toda una tradición que acaba de ser consagrada como Patrimonio de la Humanidad. Esta semana, la Unesco consagró esta práctica milenaria, tan espesa como pueda ser el futuro: el café oriental es aquel que admite la cafeomancia o la interpretación del futuro a partir de los dibujos que deja su borra. Distinciones para todos (y todas): la cocina tradicional japonesa, conocida como washoku, la técnica coreana de conservación y condimentado kimchi y un antiguo método georgiano de vinificación llamado kvevris también se incluyen en esta lista patrimonial. Buen provecho.