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El final de 24: y entonces llega la noche

El último capítulo de la serie obsesivo-compulsiva muestra a Jack Bauer en su ingreso a la clandestinidad. Y perdura como testimonio de la paranoia de una época que vivimos en peligro.

 
coffee-break-webEn el momento final del octavo día más difícil de su vida, Jack Bauer mira al cielo y, cuando parece que se persigna, no busca el rostro de Dios ni las puertas del Paraíso: le hace una seña a un satélite espía. Y, por fin, entra en la clandestinidad. El destino será algún país europeo o, por qué no, alguna de las naciones del Eje del Mal: la Guía Michelin ofrece múltiples destinos para el hombre sin patria. Estrenada en noviembre del 2001 (¡!) en la derechosa cadena Fox (casa matriz de esa genialidad de la infamia que es el canal de noticias Fox News, el único que miran en la ficción presidencial de 24), la serie se consagró como la épica de los tiempos que corren: paranoica con la idea del atentado infinito, obsesivo-compulsiva en su relación con el reloj, acelerada en su minutero narrativo, cínica en su (in)definición ideológica, aberrante en su declaración de principios: la noción de “bien mayor” como excusa, y de “efectos colaterales” como conclusión.
 
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La resolución de la trama merece unos pocos caracteres: la inequívocamente demócrata presidenta Taylor sucumbe ante la flaqueza de carácter y, cuando confirma su renuncia, la sombra de un halcón negro parece abalanzarse sobre el Salón Oval. La incondicional Chloe consigue el ascenso, Nueva York aguanta el sitio de los terroristas, la Nación se salva de otro atentado, el mac guffin que sostuvo la intriga con fórceps esta octava temporada (el acuerdo de paz entre los Estados Unidos y la imaginaria República Islámica de Kamistán) se aborta casi en el minuto final. Y Jack, concedido con la última gracia presidencial, goza de unos minutos a salvo del satélite espía para volver al camino…
Largo viaje de un día hacia la noche: después de otras 24 horas alienantes, Jack queda con vida, acaso preparado para la película que, dicen, lo llevará de aventuras por Europa. Para él, la promesa de otra jornada insoportable, abreviada en su duración y multiplicada al formato de la pantalla grande. Para nosotros, el legado de una época que vivimos en peligro: tan realista como la máquina de rayos X de un aeropuerto, 24 quedará como testimonio de la era de los “ataques preventivos”, inútil para su revisión en DVD por su carácter de urgente, polaroid congelada del noticiero novelado en este mundo de ficción donde, ay, cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.
Publicado hoy en clarin.com

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.