Señores, sabemos que se vienen treinta días monotemáticos, donde el mundo estará unido por un balón (como rezaba el leit motiv de México ’86). Los cafeteros sabemos también que Sudáfrica no recibió la bendición del grano que sí tienen los países de más al norte, como Kenia o Etiopía. En todo caso, se intentará que éste sea un Mundial cafetero. Sin ser sponsor oficial de ninguna infusión futbolera, la corporación Starbucks empezó a repartir esta semana sus líneas de café y té en sociedad con la empresa sudafricana Emperica Marketing, que distribuye productos de multinacionales. La idea es que futbolistas y futboleros estén arengados con cafeína (sí, díganles a los hooligans o a nuestros barras que cambien cerveza y fernet por cafecito): los lattes, frapuccinos y capuccinos se distribuirán en las concentraciones y los hoteles de Johannesburgo, Ciudad del Cabo y Durban. Instalada en Pretoria, nuestra Selección se queda sin vainilla latte. Entonces, ¡que tomen mate!
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El mundo unido por un balón (de café)
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