ONU OIT OMC OMS OMPI UIT CERN: si para la enciclopedia moderna Ginebra es la “Ciudad Internacional”, por la cantidad de asociaciones mundiales que montan acá su sede, en mi primera impresión es la Ciudad de las Siglas: todo está abreviado. Las Naciones Unidas, la Organización Internacional del Trabajo y hasta la máquina de Dios encuentran solar en esta ciudad amable, donde el argentino recién aterrizado busca, pero no encuentra, recuerdos del Poeta Nacional venido a morir aquí. Como declaración de principios o parábola involuntaria, sí se topa con la Unión de Bancos Suizos: detrás de los pesados bloques de cemento se adivinan magnates concretando operaciones millonarias. Y se percibe un espíritu de europeidad omnipresente, en el país que tiene cuatro idiomas oficiales: al norte, alemán; al sur, italiano; al este, francés; y al oeste, romanche, la lengua heredada del latín antiguo que el Gobierno de la Confederación lucha por no perder. Pero “café” se dice igual en todos lados: en italiano. Y en el bar Willi’s, en la esquina de la peatonal Rue de Mont-Blanc y la Rue de Berne, la carta ofrece explicaciones del cafecito de la casa: “Siete arábicas preciosas, especialmente seleccionadas y mezcladas, brindan el aroma intenso y el sabor único del blend Arthur’s Arabicas, la mezcla ideal para un espresso italianissimo“. Así, en buen tano. Por 5 francos suizos, el macchiato combina la fórmula perfecta de café + leche y, desde la vereda (“terraza”, insisten en decirle acá en Europa), se ve la tarde pasar. Bajo un encapotado cielo de otoño, Ginebra confirma el lauro que recibió hace unos años, con su vecina Zurich, como la ciudad con mejor calidad de vida del mundo. Bueno, que se disculpe el entusiasmo del recién llegado: sometido a las tensiones del jet lag en cuatro idiomas, ninguno el propio, encuentra que la vida sabe mejor gracias a un espresso italianissimo.
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Ginebra: "¿De qué estás hablando, Willi's?"
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