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La copia y el original: el juego de las diferencias

Con mucha imaginación, una carretilla desvencijada puede ser un Lamborghini o la mopa más trapeada, una melena afro: el último fenómeno viral de esta época marcada por un virus, en la que no podemos ir al cine ni siquiera a ver los avances de las películas, es Ikorodu Bois, un grupito de adolescentes nigerianos que recrean trailers y videoclips con lo que tienen a mano. Al momento de escribir estas líneas suman más de 602 mil seguidores en Instagram, donde rinden un homenaje orillero a la serie La casa de papel o la película Bad Boys (con tanta repercusión que los mismísimos Álvaro Morte, alias El Profesor, o Will Smith compartieron sus creaciones). Pero además, en su propia definición de “imitadores favoritos”, actualizan las ideas de originalidad y copia.

 

El último fenómeno viral en la era del virus: los pibes nigerianos que recrean trailers y videoclips famosos.

 

En sus posteos, la pantalla está dividida en mitades: arriba, el original; abajo, la copia. Aquí, la botonera de un lavarropas se transforma en el panel de control de una máquina sofisticada, los títulos se escriben a mano sobre retazos de cartones y las explosiones se reducen a un fueguito avivado en un patio trasero. A esta altura, por ingenio y simpatía, la copia ya es mejor que el original. “A diferencia de la negatividad crítica que tiene en las vanguardias históricas, en las postvanguardias el proceso de repetición se caracteriza por un pensamiento positivo”, escribió la crítica cultural alemana Mercedes Bunz en su libro La utopía de la copia y en los paupérrimos modos de producción de los Ikorodu Bois se confirma un fenómeno muy actual: la pérdida del aura como un tema central de la modernidad. A las orillas de la laguna de Lagos, la región más poblada de Nigeria, cuatro pibes (los hermanos Malik, Muiz y Tunde Sanni, de 10, 15 y 23 años, y su primo Fawas Aina, de 13) replican gestos y mohínes de los célebres Morte o Smith y ellos no los censuran ni los demandan: celebran a sus réplicas. “Lo contemporáneo está hecho de esa mezcla”, concluye Bunz: “De la disolución de lo alto y lo bajo y del triunfo universal del pop”.

 

Ya consumado como celebridad de Internet, el mayor de los Ikorodu Bois dijo a un diario: “Nuestro sueño es ser actores de Hollywood, y con la ayuda de Dios, podremos hacerlo realidad”. Que así sea. El círculo se habrá cerrado el día que la copia sustituya al original. Mientras tanto, desde los barrios bajos nigerianos se recrean las ampulosas producciones del cine comercial y ahí donde una mansión ostentosa sea reemplazada por un edificio a medio construir el efecto mimético conduce a una única conclusión: para la cámara, todo es cartón pintado.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.