Los nuevos grand cru de Nespresso afinan las características del terruño. ¿El café es el nuevo vino?
“Terroir: dícese de una extensión geográfica bien delimitada y homogénea que presenta alguna particularidad llamativa en su producción agrícola”: hasta ahora casi excluyente en el mundo del vino, el concepto de terroir se metió en las cápsulas de café. La edición limitada de Nespresso en este otoño austral explota la idea del terruño: después de los itálicos Napoli y Trieste lanzados el año pasado, ahora llegaron los colombianos Cauca y Santander. El objetivo es casi didáctico: que el bebedor experimentado pueda apreciar los diferentes aromas y sabores del grano molido según las características del suelo donde fue cultivado. El terroir (la palabrita francesa que viene del latín terratorium) designa una región definida donde las temperaturas, las lluvias, la exposición al sol o la humedad crean vinos (digo, ¡cafés!) únicos. Y esta vez, el clima de Colombia se encierra en cápsulas verdes y naranjas.
El grand cru Cauca crece en las arboladas regiones montañosas del “macizo colombiano” y, con una intensidad de 6/12, tiene notas afrutadas y avinadas, con una acidez fina y un cuerpo complejo y aromático. Volcanes, ríos y la cercanía con el Pacífico se resumen en la cápsula. El Santander viene de una región del noreste de Colombia y se cultiva en una zona seca, empinada y montañosa, al abrigo de árboles altos. En la taza, una intensidad de 7/12 ofrece notas tostadas, aromas a caramelo y miel y un cuerpo redondo y balanceado. Una delicia colombiana que, aun en la francofonía (dígase “terroir” arrastrando la erre), confirma un diagnóstico: el café es el nuevo vino.
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