Lo que no pudieron hacer los Estados Unidos ni sus vecinos del sur lo está logrando el café: el capitalismo ingresa a Corea del Norte. El país más aislado del mundo está viviendo un boom cafetero, con locales que imitan el servicio, el menú y el diseño de la cadena Starbucks. El café de Ri, uno de los cientos de negocios abiertos en Pyongyang en los últimos tiempos, recibió a sus primeros clientes en enero y desde entonces ofrece macchiatos de caramelo, batidos de frutilla y cappuccinos espumosos. Los granos del café que se vende en la tienda llegan una vez al mes desde China, donde se formaron sus baristas. Y aunque el capitalismo está prohibido y el gobierno central controla la economía, las cafeterías abiertas por sus propios dueños son el primer paso hacia un cuentapropismo incipiente.
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La revolución del café en Corea del Norte
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