Tal vez un tanto ampuloso, el artista David Pier bautizó su juego de tazas como The Ultimate Coffee Cup. En realidad, no es seguro que sea la taza definitiva, pero sí que es un coquetísimo objeto de diseño: no sólo una pieza de colección que puede engalanar cualquier desayuno o merienda sino una demostración de esmerada ergonomía, que permite que la mano calce justo y que las asas de las tazas (je) se encastren, formando simétrico juego. Obsesionado con diseñar el “menaje del futuro”, David Pier destaca su invento como la evolución en el mundo de la cerámica (bueeeeno), y dice que “en los últimos tiempos, la vajilla fue diseñada para atender las demandas de producción pero no las necesidades del usuario”. Y se cuestiona: “¿Qué tiene que ver un cilindro perfecto con la forma de los labios o las manos de una persona?”. Nada. Así nace su creación, una taza “que es revolucionaria, rara y bella en su apariencia, y superior en su función”.
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