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Las cafeterías de Viena, directo al bronce

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Pobladas por las inconfundibles y ya míticas sillas Thonet, las cafeterías de Viena ahora son Patrimonio de la Humanidad. Aunque los primeros cafés se abrieron en el Imperio Otomano, fue en la Viena de finales del siglo XIX cuando vivieron su época dorada. Muchos intelectuales vivían prácticamente en esos locales: entraban ya por la mañana llevando el atuendo que se iban a poner para la noche y se cambiaban en un reservado cuando llegaba la hora de salir del local. Así destaca el notición el diario español El País: “El café Landtmann, por ejemplo, está estrechamente ligado al padre del psicoanálisis, el austríaco Sigmund Freud, del que era cliente habitual. Nada extraño si se tiene en cuenta que no está lejos de la que era su vivienda y su consulta en la Bergasse, mientras que el Central, en el palacio Ferstel, era el favorito de su compatriota Altenberg y del revolucionario ruso judío Leon Trostky durante su exilio antes del comienzo de la I Guerra Mundial. Altenberg, “el poeta sin casa”, como le denomina el escritor Claudio Magris en su libro El Danubio, vivía física y literalmente en el Central, por ello, desde hace décadas una figura que le representa, realizada en papel maché, está sentada frente a la puerta, como si estuviera atenta a la entrada y salida de clientes. Es tan realista, que hay personas, especialmente turistas, que al encontrárselo nada más entrar y verle mirando fijamente, creen que es una persona, quizá perteneciente al local, y le saludan o se despiden de él al pasar por su lado sin advertir que es una escultura”.

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.