Se dice que es el resultado de un viejo truco para enmascarar el mal café que tomamos: los argentinos lo preferimos con leche. Según un estudio de la consultora GFK, a la mañana el 56 por ciento de los argentinos prefiere el café con leche y en tamaño de taza grande (por lo menos, de 110 mililitros). Hay más datos: el 62 por ciento de los argentinos desayuna en su casa y, entre todos ellos, el café se sostiene como la infusión favorita: con el alcaloide que le da vida, provee la inyección de energía y lucidez que se hace imprescindible para empezar el día.
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Los argentinos somos lecheros
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