“Se mira y no se toca”: como una versión a escala de la ONU, acá saben decir las seis palabras en todos los idiomas conocidos, hasta el esperanto. Y uno, que está tentado de palpar ese suntuoso papel ilustración o de pasar la yema por esa foto con relieve, se abstiene: el gesto severo, casi carcelario, del indio lo desanima (por supuesto, él puede decir la frase en hindi, asamés, urdu, bengalí y los otros dieciocho idiomas oficiales de la India). Se llama Mohamed Ahmed y en su regio dominio de esta esquina en el West Village se dice que es el último rey del print: no es el fundador de un diario ni el director de una revista sino el dueño de Casa Magazines, el legendario localcito de 35 metros cuadrados donde se apiñan más de 2.500 títulos de cualquier parte del mundo y al que los fanáticos del papel convertimos en nuestra propia Meca.

 

En Manhattan, Casa Magazines: el legendario local que atesora todas las revistas del mundo y desafía la muerte del papel.

 

Ni alcohol ni forros ni cigarrillos: solo se venden revistas (y de todas ellas, con preferencia por las de lifestyle aunque también hay pornográficas, convenientemente disimuladas de las miradas indiscretas bajo el mostrador). Están las clásicas, como Vanity Fair o Vogue, pero también las raras: remotos ejemplares de Hi-Fructose, la revista de arte contemporáneo que es en sí misma una pieza de colección, de Gossamer, la revista “para gente que también fuma hierba”, o de nuestra Gente. Entre las estanterías que van de piso a techo y de pared a pared, Ahmed sobreactúa su papel de cancerbero y no se ahorra el regaño o el grito para hacer respetar la norma principal de esta Casa. Abierta los 365 días del año, desde las 6 hasta la medianoche, algunos la usamos de biblioteca en cada visita a Nueva York, lo cual supone un desafío casi osteopático: él te deja leer pero no tocar (muchos salimos con tortícolis) y siempre vigila que se cumpla. Hasta The New York Times escribió sobre Ahmed, a quien llamaron de maneras horribles cuando llegó desde Hyderabad en los 80 sin hablar una palabra de inglés y al que ahora le dicen media influencer: mientras los gurús de los medios impresos se exprimen los sesos para retener a sus lectores, su receta es menos intelectual que emotiva. En esta esquina se ama el papel y se levanta un irreductible foco de resistencia a la inmaterialidad de lo digital: aun en Internet, con el lema #LongLivePrint.

 

¡Larga vida a lo impreso! Si un sitio o una aplicación nunca podrán quedar pringosos después de una excursión a la playa o el baño, las revistas son casi una extensión corporal. Compro un par de ejemplares como contribución a la causa (Solo, una hermosa revista coleccionable sobre café, y The Good Life, “la primera revista híbrida de negocios y estilo de vida”) y a cambio de unos dólares cuento con la bendición cómplice de Ahmed: él como kiosquero y yo como periodista, somos dos obreros de la tinta y el papel.

 

Publicado en Brando

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.