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Por qué elegir nos angustia

El blando, el azul, el duro venido de Holanda, el inglés a punto de desmenuzarse, el francés superior… la casi infinita variedad en la oferta de quesos en un almacén lujoso angustió a la escritora eslovena Renata Salecl y la inquietud, más bien burguesa, del dilema es la metáfora perfecta para su teoría sobre nuestro drama contemporáneo: La tiranía de la elección, el título de su ensayo recién publicado acá, que analiza cómo la sociedad de consumo ya no solo nos pide que elijamos entre distintos productos sino que nos convence de que en esa decisión se nos va la vida porque allí se juegan la felicidad o el futuro. Si un viejo lema de la autoayuda editorial nos animaba a preguntar “¿quién se ha llevado mi queso?”, ahora el queso se multiplica en un sinfín de alternativas y el que se elija será determinante.

 

La tiranía de la elección: o cómo “el sistema” nos convence de que cada decisión que tomamos es vital y definitiva.

 

Y eso genera angustia. Según Salecl, buscar el logro de la elección óptima conduce a pensar que en el fondo nadie es verdaderamente libre de elegir: “La felicidad y la autorrealización deben ser nuestros objetivos principales. Pero lo cierto es que el capitalismo crece y se desarrolla sin prestar mucha atención a esos objetivos”. Lo que ella llama “ideología de la elección” aparenta ser liberador, sobre todo para alguien que se crio dentro de las limitaciones materiales del bloque comunista, pero esa abundancia nos atormenta en otro sentido: cada elección, sean un queso, una carrera universitaria o una pareja, se valora como vital o definitiva y toda nuestra existencia se percibe como una síntesis de esas decisiones. ¿Quién querría jugarse el destino frente a la góndola de lácteos? Filósofa, socióloga y teórica jurídica (y exesposa del filósofo rockstar Slavoj Žižek, con quien tuvo un hijo), Salecl es una de las pensadoras más lúcidas de esta época y su gran tema de interés es cómo la sociedad capitalista posindustrial presenta al individuo como alguien cuyo disfrute no tiene límites. El sistema lo alienta a hacer cualquier cosa para cumplir con el anhelo mayor: la satisfacción constante de sus deseos.

 

“Las elecciones de vida se plantean como si fueran elecciones de consumo”, escribe Salecl: “Pretendemos hallar la ‘vida correcta’ como si se tratara de encontrar el tipo correcto de acondicionador para el pelo o el color adecuado para el cuarto de estar”. Perdidos en una oferta infinita, nos volvemos seres más angustiados, acaparadores y codiciosos en vez de más libres. Si la lógica del self-made man impone una ética de la autorrealización, cuando algo falla (porque algo falla siempre) no se puede culpar más que a uno mismo.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.