Un cafecito con nombre propio

Un pequeño cafecito con nombre propio (perdón por el chiste fácil: Carbonetti es el apellido de la dueña). Casi un milagro: en una zona todavía no detonada por el café de especialidad, este pequeñísimo local sin salón interior (apenas unas cuantas mesas desparramadas por la vereda) sirve un espresso potente de Puerto Blest y como es de esperar, todas sus variaciones con leche. El barista de apenas 18 años ya parece un veterano en la materia: saca los cafés de la máquina con una destreza propia de la experiencia. Yo pedí un espresso y después un americano: funciona bien el alargue. Y aunque mínimo, el saloncito deslumbra por la obra de un vecino ilustre de estas mismas cuadras: detrás de la cafetera cuelga un cuadro de Tian Firpo, el artista bicromático (todo en blanco y negro) que enriquece puertas, paredes y fachadas en el barrio. #RondaDeCafeterías