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Un día en la vida de un escritor y su editor

El novelista debutante sintió cómo temblaron sus rodillas cuando supo que su libro sería publicado por la misma editorial en la que aparecen las novelas de Manuel Puig y Paul Auster, dos de sus ídolos. El síndrome del impostor se aligeró al entender cómo funciona un catálogo: combina novedades y clásicos, principiantes y consagrados. La lectura de La sagrada mercancía, el libro recién publicado del investigador platense José Luis de Diego, es reveladora en su disección del vínculo entre el escritor y el editor, siempre en tensión aunque se lleven bien, y que ofrece material dramático (desde Misery hasta Jerome Lindon, el autor y su editor) para descubrir cómo se hace un libro.

 

El investigador platense José Luis de Diego revela en su libro La sagrada mercancía cómo es el vínculo editorial entre arte y mercado.

 

“Es sabido que el libro está asociado a valores como la trascendencia, lo sublime y la grandeza artística, pero tampoco deja de ser un bien de uso y de cambio”, escribe De Diego: en definitiva, una mercancía. Experto en el tema, el autor muestra cómo se conjugan las funciones intelectuales y técnicas necesarias para editar un libro y el cocoliche se explica en palabras del historiador francés Roger Chartier cuando habla de las funciones del editor en esta época: construir el catálogo de una editorial, trabajar sobre la materialidad de los libros (formatos, diseños, tapas, papel, encuadernación, producción) y dialogar, a veces de manera difícil y otras de forma más amistosa, con los autores. Acá, De Diego delata un problema metodológico: cómo salir de la encerrona del anecdotario infinito porque hay muchos libros que develan los cotilleos sucedidos en oficinas y restaurantes. Mis favoritos: Un día en la vida de un editor, en el que el español Jorge Herralde cuenta cómo fundó la editorial Anagrama, y Senior Service, la autobiografía de Carlo Feltrinelli, un capo editorial italiano.

 

Justo cuando me siento a escribir esto se despliega una publicidad que vende una clase online de un editor eximio: “Masterclass, cómo encontrar editorial” (¡astuto algoritmo!). La angustia del novelista debutante se disipa en tiempos de autoedición, aunque siempre anhele compartir catálogo con sus ídolos literarios, y La sagrada mercancía explora el vínculo entre arte y mercado: la errancia del escritor con su manuscrito, golpeando las puertas de las editoriales con la creencia de que cada rechazo es apenas otro peldaño en su escalera al éxito, es funcional a la idea del artista romántico. Pero la realidad tiene poco que ver con eso porque toda mitología refuerza los estereotipos aunque suenen bien las palabras de Gabriel García Márquez: “Por algo me decía un amigo escritor: ‘Todos los editores, distribuidores y libreros son ricos y los escritores somos pobres’”.

 

Me animaría a decir que no es tan así. En esta obra, De Diego desteje algunas redes de amistades y enemistades entre editores y escritores sin caer en el chimento, y alumbra la trama que se esconde detrás de la mesa de novedades de cualquier librería, siempre nutrida de unos pocos títulos que serán bestsellers, de unos poquísimos que serán longsellers y de otros muchos que terminarán a precio de saldo, más baratos que un paquete de pastillas aunque tampoco a tres centavos, en un pasillo de la avenida Corrientes, pleno revoltijo de cultura y negocio como exaltó Bertolt Brecht: “¡Oh irresistible visión del libro, mercancía sagrada!”.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.