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Una serie sobre grandes perdedores

“Ganar es un hábito. Perder también, desgraciadamente”. Resignado, el director técnico de un equipo del fútbol inglés siempre al filo del descenso trata de arengar a sus jugadores y, secretamente, un boxeador con fobia a los derechazos desea que un tornado o un apagón azoten su ciudad para no tener que subirse al ring. Junto con el basquetbolista que no pudo prosperar por su mala actitud y el golfista que cometió un error fatal en el último golpe, ellos comparten el sambenito que esquivan todos los deportistas: son perdedores. Y protagonizan Losers, la nueva serie documental de Netflix donde se desafía el mandato máximo del deporte (¡ganar, ganar, ganar!) y se celebra la épica del fracaso.

En Losers, la nueva serie documental de Netflix, se desafía el mandato máximo del deporte y se celebra la épica del fracaso.

 

Al boxeador Michael Bentt, campeón mundial de los pesos pesados, un nocaut imprevisto lo llevó a un intento de suicidio y lo empujó a dejar los cuadriláteros definitivamente: antes le gritaban loser por la calle y ahora es entrenador de estrellas en Hollywood. “Haber perdido fue lo mejor que me pasó en la vida”, razona a la distancia, mientras paladea la venganza póstuma contra un padre tiránico que lo obligó a boxear en la adolescencia. ¿Podemos aprender algo del fracaso o esa idea es  apenas un consuelo para no desmoronarnos con la pérdida? En la Argentina, desde hace algunos años se realizan las Fuckup Nights, unas reuniones multitudinarias donde se comparten grandes historias de fracasos en los negocios, y un pequeño fenómeno editorial (con libros como Historias de fracasos y fracasados que cambiaron el mundo o Las virtudes del fracaso) propone que el éxito rara vez llega sin unas cuantas decepciones previas. En el deporte, los negocios o la vida misma, el pifie es evidencia de la naturaleza falible de la humanidad y una lección importantísima para aprender a tolerar la frustración: se dice que todo éxito es un fracaso rectificado.

“Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Probá otra vez. Fracasá otra vez. Fracasá mejor”: la célebre frase que el dramaturgo Samuel Beckett escribió hace casi cuarenta años, en su obra Rumbo a peor, se convirtió en un mantra de esta época (tanto que el tenista suizo Stan Wawrinka la lleva tatuada en su brazo izquierdo). En la serie Losers, los futbolistas ingleses, el basquetbolista norteamericano y el golfista francés develan cuánto ganaron al perder y sus recuerdos me remontan al club de mi barrio, alegremente acostumbrado a las goleadas en contra. En el micro, al regreso de cada partido, se cantaba con orgullo y a viva voz, aún sin saber que esa derrota se convertiría en una perdurable experiencia de vida: “Ganamos, perdemos, ¡siempre perdemos!”.

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.