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A la misma hora en el mismo diván

“Bien, bien. Estoy perfecto. Como una brisa fresca”. Un psicólogo de bar (¿acaso casi todos los argentinos no lo somos?) podría diagnosticar un típico caso de negación del que responde “bien, bien” cuando le preguntan cómo está y a la legua se ve que tiene mil problemas. El que responde es Marty y el que pregunta es su psicólogo, el doctor Ike, los dos personajes principales de la serie The Shrink Next Door, que esta semana termina en Apple TV+, y si los protagonistas son Will Ferrell y Paul Rudd y todo hace suponer que se trata de una comedia, en realidad no lo es: más bien, es un drama sobre un psicólogo abusón y cómo un paciente puede perder la paciencia.

 

¿Psicoterapia o lavado de cerebro? La serie “The Shrink Next Door” a simple vista parece una comedia pero es todo lo contrario.

 

El neurótico Marty, panicoso hasta el desmayo, deja su vida en manos del narcisista doctor Ike, controlador sin pudores. Uno tiene miedo de respirar, vergüenza de existir y una angustia inabarcable y el otro se aprovecha del paciente con la explotación de la esclavitud. Basada en un podcast que cuenta una historia real sucedida en Nueva York en la década de 1980, y que terminó mal tres décadas después, la serie tiene menos de la película Analízame que del documental Wild Wild Country, con un detalle singular: aquí existe un gurú y un solo feligrés, ambos encerrados en una secta de dos. La que se queda afuera es Phyllis, la hermana de Marty y su única familiar, que asiste al sometimiento con impotencia y frustración. Si no fuera porque es bastante estática y aleccionadora, la serie serviría de argumento convincente para aquel que desconfía de la psicoterapia porque ve en la sesión un peligro de control mental o lavado de cerebro. El paciente llega con un dramita evidente (aunque repita que está “bien, bien”) y el psicólogo avanza: “Dejás que la gente te use. Yo no permitiré que nadie te use”. Listo: por 45 dólares la hora, convencerá al otro de la conveniencia de hacer todo lo que le diga. El problema surge cuando la famosa “transferencia” (ese proceso por el cual el paciente transfiere inconscientemente sus pensamientos y emociones hacia el analista) toma la forma de una transferencia bancaria.

 

En The Shrink Next Door, el loquero está literalmente en la puerta de al lado: metido en la vida del paciente, al que le conviene mantener alienado, durante años o décadas, atado al diván e incapaz de hacer nada sin consulta. Apa: no es una buena publicidad para la psicoterapia; según algunos, una pseudociencia tan rigurosa como la astrología o el tarot. La semana que viene a esta misma hora habrá un nuevo problema que tratar, y siempre así. ¿Dejamos por hoy?

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.