La recia estampa de bigotazo y sombrero, de un blanco impoluto aun en la exigencia de la cosecha, recrea la imagen del hacendado paternalista, siempre acompañado por su fiel mula Conchita: Juan Valdez cumple 50 años y, si hay que hablar de “creación” y no de “nacimiento” para contar el parto de aquellos días de 1960, muchos todavía se defraudan al saber que no es persona sino personaje.
La inquietud de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia era unir a los miles de campesinos dispersos y procurarles una identidad común que posicionara su producto en los mercados del mundo. Así, la comisión a la agencia yanqui DDB podría ser un capítulo histórico de Mad Men, la serie que disecciona la publicidad de los ‘60, y justo desde ahí, de la mismísima Madison Avenue, salió uno de los íconos latinoamericanos más reconocibles en el mundo, caso de estudio en Harvard y sello de calidad para los cafés de Colombia: por excelencia, el país de la bebida suave, con baja acidez, casi nulo amargor, escasa persistencia en boca, de un gusto perfumado y afrutado como el de un vino ligero, pero sin demasiado cuerpo. Riquísimo en sus aromas chocolatosos y catalogado en dos grandes variedades (Supremo y Excelso), es el café gourmet más vendido del mundo, con sus tipos Medellín, Armenia y Manizales, que se pueden degustar en las mesas de los bares más entendidos de Buenos Aires y de las cafeterías con la marca Juan Valdez que se levantan en las principales avenidas de las grandes ciudades, con enormes dibujos del bigotón como custodio de un espresso bien tirado: el colombiano llena la taza con la infusión suave, siempre de la especie arábica, acaso leve para el que prefiere las emociones fuertes. El ícono del patriarca, entre las montañas y su mula, resume el orgullo de su país.
Todavía recio en los 50, sin un síntoma de crisis de la mediana edad y ni una cana, Juan Valdez fue interpretado por varios actores que aceptaron el papel vitalicio de un caso raro en Latinoamérica: según el presidente Juan Manuel Santos, que también se sumó al festejo, “el símbolo de un campesino próspero”.
Publicado hoy en Clarín
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A los 50 años, honor para Juan Valdez
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