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Africa mía: helado y con frutos rojos

Una fundación mítica de la infusión marca el descubrimiento en un camino de Etiopía hace 1.300 años, donde el fruto rojo desconocido fue estímulo para unas cabras que lo probaron por accidente y, entonces, se volvieron más locas que una cabra: el cafeto, como energizante natural. De ahí en más, todo fue historia. Y, si en su versión original el fruto crudo se parece a una cereza, es natural que el sommelier recomiende un “maridaje”: café con “frutos rojos”, la fórmula semántica que el marketing gastronómico encontró para sensualizar frambuesas y frutillas.
frutos-rojosPor cítricas, y en honor a un continente donde el calor aprieta y ahorca, las variedades africanas son las mejores para tomar en frío: las etiquetas Kenya (en Starbucks, a $ 34 el cuarto kilo, ¡con sabor a pomelo!) o Etiopía Yirgacheffe (en Establecimiento General de Café, a $53 el cuarto, con notas florales) combinan con las frutas y, si el barista vocacional goza de una máquina Nespresso, que pruebe con la cápsula Roma: a $31 el paquete de diez, intensa y concentrada. Para preparar un café helado con frutos rojos se necesita: un pocillo (40 ml) de café espresso + 4 cubos de hielo + 6 gramos de azúcar (el contenido de un sobrecito) + 30 gramos de frambuesas y 15 gramos de grosellas (los supermercados bien provistos venden un frasco de 3/4 kilo con frambuesas, arándanos, corintos y zarzamoras a $38).
Cómo se hace: en la licuadora, preparar un puré con los frutos rojos y pasar por un colador de malla fina para eliminar las semillas y la pulpa (para dar más consistencia líquida, se recomienda agregar un chorrito de jugo de arándanos: embotellado, en cualquier dietética). Hacer un café espresso en pocillo y, enseguida, mezclarlo en una coctelera con el puré de frutas, el azúcar y los cuatro cubos de hielo. Agitar con decisión hasta que se hayan derretido en el café: el tacto del buen barista sentirá la coctelera primero helada y después fría nomás. Servir la mezcla en un vaso de 150 ml y, si tiene aspiraciones de esteta, decore: con un racimo de grosellas o guindas, como se ve en la foto. Un terruño de Africa en el patio de casa y el consejo sabio: busque un banco a la sombra y hágase el tiempo para beber de inmediato. Sólo así, el ritual, tan arcaico como hedonista, cumplirá con el mandato del maestro sufí Abd el Kader, viejo emir de Argelia y eterno custodio de la tradición cafeteril africana: “Si con arte se prepara, con arte se ha de beber”.
Publicado hoy en Clarín

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.