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Cafeína, una pila de vida

“Mucha gente dice que el café la inspira pero, como todo el mundo sabe, el café sólo vuelve más aburrida a la gente aburrida“. La sentencia es letal contra el bebedor compulsivo y, ahí donde hubo un adicto, después siempre aparece un converso. Fanático del café como estimulante para la producción literaria, el escritor francés Honoré de Balzac (1799-1850), se rebeló contra la infusión en sus años finales y, preocupado por las desviaciones que las sustancias podían introducir en las sociedades occidentales, escribió el irritante y maravilloso Tratado de los excitantes modernos: en 60 páginas, una diatriba furiosa contra el desborde.
buhoEl mismo estaba pasado de rosca: Balzac usaba como combustible unas cincuenta tazas diarias de café hasta que, nublado por la bebida, empezó a masticar granos tostados como penosa penitencia de autopurgación (“un método horrible y brutal que sólo le recomiendo a hombres de excesivo vigor”). Si es cierto que todo exceso se funda en un placer que uno quiere extender más allá de las leyes ordinarias de la naturaleza, ¿cuánto es mucho cuando hablamos de café? Sin casos reportados de sobredosis de cafeína, la literatura médica advierte que, para alcanzar un potencial riesgo mortal, habría que beber cien tazas por día. ¡Cien tazas! Una mitología del dóping cafetero cuenta que el filósofo francés Voltaire (1694-1778) bebía más de ochenta pocillos antes del anochecer como ayudita para sus ideas tan ilustradas.
Con el furor del “vino árabe” entre las viejas cafeterías europeas, los médicos empezaron a tratar a pacientes con insomnio, temblores, taquicardia o trastornos de ansiedad generalizada. Faltaban pocos años para que el científico alemán Friedrich Ferdinand Runge pudiera gritar: “¡eureka!”. Blanca e inodora en su estado natural, la cafeína hoy es la sustancia farmacológica más consumida en el mundo y, allá en 1820, fue descubierta por aquel buen doctor alemán después de que su amigo J.W. Goethe, otro escritor conocido por su adicción al oro negro, le pidiera que investigara las causas posibles de sus recurrentes dificultades para conciliar el sueño. No aclare que oscurece: el genio tomaba más de veinte cafés por día.
Publicado hoy en Clarín

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.