En los atlas geográficos del café, la isla está más perdida que la de Lost: Cuba ni figura. El bloqueo económico que lleva casi cinco décadas hizo que la exportación esté restringida pero, aun así, las últimas noticias son alarmantes: la producción cayó un 90 por ciento en los años pasados y el gobierno de Raúl Castro gasta 50 millones de dólares en importar el grano para asegurar el consumo interno. ¿Cómo llegamos a esto?
Según el Ministerio de Agricultura, Cuba llegó a producir 60.000 toneladas de café, pero ahora alcanza el 10 por ciento de esa cantidad a duras penas. Así, el paisito tiene que importar 19.0o0 toneladas por año. Según los especialistas, entre las principales causas de la caída cafetalera están las prolongadas sequías, los huracanes y las insuficiencias en el suministro estatal de fertilizantes, herbicidas, insecticidas y herramientas de trabajo para los productores. Pero, a tono con las épocas de conspiranoias, también se habla de “manos enemigas” que introducen plagas en las cosechas y el éxodo de los productores a otros cultivos que dan ingresos superiores.
>>> A la cubana, en el supermercado
Hace ya algunos años, la empresa santafesina La Virginia lanzó sus saborizadores de café, en tres variedades: Irlandés, Suizo y Cubano. Bajo la etiqueta Cafés del mundo y con la “simpática” presentación de una valijita viajera, son sobrecitos de azúcar, crema de leche en polvo y esencias artificiales (en el Cubano, con gusto ligeramente etílico), para “darle un toque diferente a tu café y disfrutarlo con sabor a ron”. ¿No será mucho?
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