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Cuando uno tiene prohibido nacer

 

“En inglés, apartheid suena como apart y hate, separar y odiar, y eso mismo es lo que hizo”. Pocas palabras sirven para expresar el espíritu atroz de la Ley de Inmoralidad promulgada en Sudáfrica en 1927, por la cual prohibiéronse las relaciones carnales entre europeos y nativos del continente negro. Pero se sabe que el amor es más fuerte. Y del enamoramiento fugaz entre un suizo y una africana nació Trevor Noah, uno de los comediantes más exitosos de la época y autor de Prohibido nacer, sus “memorias de racismo, rabia y risa” que recién se publicaron acá. El conductor del mítico The Daily Show destripa los recuerdos de una infancia pobre del apartheid agonizante, cuando tener la piel beige era motivo para ser aún más segregado. No soy de aquí ni soy de allá: hijo del delito, Trevor dice que “si la mayoría de los niños son la prueba del amor de sus padres, yo era la prueba de su condición de criminales”.

 

Del enamoramiento fugaz entre un suizo y una africana nació Trevor Noah, uno de los comediantes más exitosos de la época y autor de Prohibido nacer, sus “memorias de racismo, rabia y risa”.

 

En los años 90, los arrabales de Johannesburgo eran una babelia donde se hablaba inglés, afrikáner, zulú, xhosa, tswana, sotho, venda, ndebele, tsonga, pedi o algún otro de los once idiomas oficiales de Sudáfrica. Si eras un hombre negro sólo podías trabajar en una mina, una granja o una fábrica; si eras una mujer negra, en el servicio doméstico. Y no podías cruzarte (¡jamás!) con un blanco. ¿Cómo hizo Noah en solo dos décadas para salir de la barriada y convertirse en la nueva estrella de la comedia política de los Estados Unidos y principal azote mediático de Donald Trump? Con humor. En este libro triste y desgarrador, pero también divertido y hasta hilarante, que The New York Times eligió como “memorias del año”, él escribe sobre la temprana epifanía que se le reveló a los 13 años, cuando era un gordito con acné ignorado por todos: para ser alguien, tenía que inventarse un mundo propio. Y esa capacidad para construir una mitología personal lo llevó hasta las ligas internacionales de la comedia, donde lo que más se valora es que se hable de uno mismo. Una prueba es el show Hijo de Patricia, que se estrenó esta semana en Netflix, y en el que rinde tributo a su madre, la porfiada mujer a quien dedicó su libro: “Gracias por hacer de mí un hombre”.

Separar y odiar o unirse y amar. “Mi padre era suizo, muy blanco. Mi madre era xhosa, muy negra. Y, según las leyes del apartheid, por ser de razas distintas tenían prohibido hacer el amor”, escribe Noah, que huye del dramatismo con una mirada cómica pero a la vez impiadosa sobre los delirios de los mayores: “Pero al parecer lo hicieron… porque nací yo. Lo peor que podía haber hecho”.

Publicado en La Nación

 

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.