Diario de un sommelier: hoy cocina el mejor chef del Brasil

“Si una bomba cayera aquí y ahora, desaparecería la gastronomía de Buenos Aires”: acaso muy influenciado por la serie 24, esto es lo que pienso el martes a la noche, en la cena de gala que Nespresso ofrece para los cocineros top, los dueños de los mejores restaurantes y (poquísimos) representantes de la prensa. Y el sommelier de café ®, claro. Para el eventazo en Espacio Dolli (una antigua casona en la frontera entre Palermo y Belgrano, tan restó sofisticado como taller culinario), invitaron a Tsuyoshi Murakami, un eximio japonés que es chef y dueño del Restaurante Kinoshita, en San Pablo, y que fue elegido “mejor cocinero del Brasil” varias veces. Ah, qué lujo. Empezamos con bocaditos de todo tipo en el patio, bien regados por los vinos de Luigi Bosca, y después la maestra Dolli Irigoyen recibió en su salón: los selectísimos invitados comimos, bebimos y charlamos casi hasta la madrugada. Tomamos café, por supuesto (a los postres y en una entrada que para mí fue una revolución, acompañando con espresso un tempura con salsa teriyaki). Gustosos y golosos, probamos todos los platos de Murakami que, en honor al espectáculo gastronómico, transcribo a continuación:

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MENU

Nespresso Crispy: tempura en salsa teriyaki infusionada con café.

Nihon Gazpacho: sopa fría de vegetales del mediterráneo con un toque de misso (lo único que no comí: ¡perdón, no tolero la idea de sopa!).

Sonomono de litchi: pepino japonés y ensalada de litchi con aderezo ponzu.

Shake Truffle: sashimi de salmón perfumado con trufa negra.

Ebi Fry: camarón empanado con salsa tonkatsu.

Misso Steak: kobe beef marinado en misso y ligeramente grillado (la estrella de la noche).

Postre: pera con helado de vainilla y, claro, café Nespresso.

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No se dejen intimidar por la foto de arriba: aun en la pose de karateca, Murakami es un amabilísimo sujeto que se paseó entre las mesas toda la noche, atento a las observaciones de los comensales y con un anhelo que, en boca del mejor chef del Brasil, tenía la respuesta implícita: “Espero que les guste…”.