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Divinos y populares en la escuela secundaria

Para algunos, la secundaria puede ser el fin del mundo. Cuando los hermanos adolescentes Magne y Laurits se mudan a un pequeño pueblo del norte de Noruega, tan al norte que es casi el techo del planeta, el ciclo lectivo ya está empezado y a uno le toca presentar al otro: “Magne sobresale en otras áreas…”, dice Laurits y esas áreas resultan ser una fuerza hercúlea y una velocidad supersónica. Así empieza Ragnarok, la serie noruega estrenada en Netflix que explora una dimensión sobrenatural de la adolescencia: si el rito de pasaje tradicional convierte a un niño en hombre, acá el niño se convierte en dios porque el pequeño pueblo es Edda, el último lugar escandinavo que se volvió cristiano y dio la espalda a las divinidades nórdicas. En la mitología de allá, ragnarok es la palabra que define el apocalipsis y aunque las peleas entre hermanos sean algo usual en todas partes, ellos se pasan de rosca: Magne podría ser la reencarnación de Thor y Laurits de Loki, su archienemigo. 

 

La serie noruega “Ragnarok” explora una dimensión sobrenatural de la adolescencia.

 

Si la única herramienta que tiene es un martillo, pensará que cada problema que surge es un clavo: como en el fabuloso libro Mitos nórdicos, de Neil Gaiman, en Ragnarok dioses y gigantes tienen una naturaleza imperfecta y competitiva que los lleva a resolver las cosas a mazazo limpio. La pubertad de Magne, un grandote rubión de gesto torvo, se muestra en toda su mutación: al descubrimiento de sus poderes se suma el hallazgo del sexo opuesto (los dioses tienen una tendencia a dejar que las pasiones controlen sus acciones y a hacer cualquier cosa que los acerque a los mortales). En seis episodios, esta serie creada por el danés Adam Price, autor de la también fenomenal Borgen, toma la forma de una fábula mito-ecológica: el recalentamiento de los fiordos, la contaminación de las aguas y el deshielo de las montañas provocan calamidades que anuncian un apocalipsis no solo probable sino cercano o hasta inmediato. Pero antes de salvar el mundo, el hijo de Odín tiene otras urgencias: besar a la chica o aprobar Geografía.

 

La batalla final entre dioses y gigantes será en el recreo largo. Ahí donde la novela Carrie haya sido una metáfora sobre la turbación que provoca en las chicas la llegada del primer periodo, Ragnarok es menos una fábula divina que una parábola sobre el gran mito de nuestra época: la adolescencia. “Quizá se alteró un equilibrio fundamental”, le dicen a Magne ante su desconcierto y bien podría ser que le hablen del vínculo entre dioses y mortales, del calentamiento global o de la revolución hormonal que lo deja inundado de granos, bultos y pelos.

 

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.