“No digas que es falso”, prohíbe el director de la troupe a uno de sus luchadores y aunque la patada voladora pase a treinta centímetros de la cara del rival uno cree que la caída es auténtica. La premisa eterna del catch es la mismísima esencia dramática de Heels, la nueva serie de la plataforma Starz que estrena un episodio cada domingo: como la de Caín y Abel, y la de tantos otros hermanos que amaron odiarse, una fábula fraternal de dos herederos de una vieja gloria del catch que deben mantener vivo el espectáculo, uno siendo héroe y el otro, villano. Pero más allá de los éxitos y las caídas, porque triunfar o fracasar es parte de su vida aquí en el ring, la serie lleva a la arena el dilema de todas las épocas: la lucha de lo verídico contra lo verosímil.
El mundo del catch, en una nueva serie: “Heels” exhibe la lucha de lo verídico contra lo verosímil.
La serie Heels transcurre en una ciudad chica de Georgia, Estados Unidos, donde todos se conocen y el que hace de rudo en las peleas asusta a los chicos hasta en la cola del banco o la fila del supermercado: “Uno tiene que seguir actuando en la vida real para que la gente piense que es verdadero”, dice y así cumple con una máxima barthesiana, en tanto el teórico francés estudió el catch como ejemplo perfecto de lo que parece y no es. “Algunas personas se indignan porque el catch es un deporte falseado (cosa que, por otra parte, debería liberarlo de su ignominia)”, escribió Roland Barthes en su ensayo El mundo del catch: “Al público no le importa para nada saber si el combate es falseado o no, y tiene razón; se confía a la primera virtud del espectáculo, la de abolir todo móvil y toda consecuencia: lo que importa no es lo que cree, sino lo que ve”. El público se pone de acuerdo espontáneamente con la naturaleza espectacular del combate y esa suspensión de la incredulidad es el pacto tácito esencial para toda expresión representativa (si no, ¿por qué uno llora en el teatro aunque sepa que ese Hamlet en realidad es un actor bien pago que después de su monólogo irá a comer pizza con sus compañeros de elenco?). En tanto excesivo, el catch es el grado cero de la dramaturgia: la representación total.
El catch no es un deporte, es un espectáculo: guion en mano, el hermano rudo de Heels decidirá cuáles luchadores pondrán contra la lona a cuáles otros. ¡Uno, dos, tres! Como un demiurgo clásico, busca que el público crea que se enfrentan la bondad y la maldad. Si la función del luchador no es ganar sino realizar exactamente los gestos que se esperan de él, como decía Barthes, el viejo oficio de los titanes tiene una regla de oro: “Hacer que te amen o que amen odiarte”.