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El corazón como fuente infinita de likes

El torrente de corazones se amontona en la pantalla y mientras amenaza con desbordar los exiguos límites del telefonito uno entra en éxtasis: en esta época, el like, la belleza o el dinero son los indicadores más fiables para medir el éxito personal. Pero antes, esos indicadores eran la fraternidad, el conocimiento o la búsqueda de la igualdad. Y ésa es la diferencia entre los posthumanistas y los humanistas según el escritor J. P. Zooey, que acaba de publicar Corazones estallados, un lúcido ensayo que interpela esta era: si el humanismo, aquel movimiento intelectual renacentista, exaltaba los nobles valores humanos, hoy el poshumanismo nos perfila como usuarios antes que ciudadanos y nos empuja a repartir corazoncitos virtuales para expresar las emociones personales. ¿Me gusta, me encanta, me divierte, me asombra, me entristece o me enoja?

En Corazones estallados, J. P. Zooey delata la falta de empatía y solidaridad en la sociedad actual, marcada por el estrés, la excitación y la irritación.

 

“Una sociedad es mejor cuando construye más escuelas y menos cárceles”, dirá el humanista. “Menos cárceles y más pena de muerte”, redoblará el poshumanista (o en términos televisivos: “El que mata tiene que morir”). Con mucha erudición y una buena cuota de cinismo, Zooey, profesor de comunicación que hasta ahora solo había publicado novelas, elabora una taxonomía del poshumanismo: el significado de lo alto y lo bajo en una sociedad mandatada por el éxito, la noción de comunidad organizada alrededor de empresas y no de instituciones, el libre albedrío en tiempos de electrocución informativa o las ideas de igualdad, libertad y fraternidad ahí donde imperan los rankings. Los viejos humanistas de los siglos XIV y XV llamaban a emanciparse del destino religioso y a ser responsables sobre los actos propios. Claro, hace quinientos años los humanos no estábamos rodeados por armas de distracción masiva y los ideales nobles, se creía, harían de nosotros personas virtuosas. Ahora, la política del poshumanismo alienta el avance a toda velocidad por la colectora vital para saltearse el peaje (el esfuerzo) y llegar rápido a destino (el éxito).

En Corazones estallados, Zooey delata la falta de empatía y solidaridad en la sociedad actual, marcada por el estrés, la excitación y la irritación. Con la poética de un sobrecito de azúcar, un viejo humanista diría que la vida es eso que pasa mientras uno podría estar educándose y en cambio se cuelga con Instagram. O cuando se exige ser fuerte con los débiles pero se resigna a ser débil con los fuertes. Sería ideal cultivar el corazón como fuente de amor, y no tanto de likes, para volver a lo más importante que uno pueda ser: humano.

Publicado en La Nación

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Nicolás Artusi

Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.