Es un gigante y pisa fuerte: por fin, P.F. CHANG’S abrió sus puertas en la Argentina. ¡Gong! En un evento exclusivo para 400 invitados, el miércoles por la noche, el imponente local estaba bañado en luces y engalanado por una alfombra roja que se disponía a pasitos nomás del majestuoso caballo que custodia la entrada al bistró. Los invitados pudimos probar los históricos platos de la cocina oriental y conocer en persona a Philip Chiang, un mito viviente de la cocina asiática y fundador del restaurante, que ya tiene 232 locales en el mundo. Y sorprendernos: un mural gigante, además de ser el ícono del restaurante en todas sus locaciones, cuenta una historia. Vale la pena verlo, así como dejarse proteger por los guerreros de terracota que, al principio de la noche, me custodiaron como a un emperador chino. ¡Y después llegaron los lettuce wraps!
Sin alejarse de Buenos Aires, un viaje hasta Asia ida y vuelta: durante el cóctel, un calígrafo fue el foco de atención porque realizó caligrafía de los proverbios chinos en un atril y además nos entregó un señalador con su arte. Después del corte de la cinta de inauguración y del brindis de bienvenida, un imponente mapping marcó el momento más impactante de la noche, con una proyección que al finalizar dio lugar al descubrimiento del clásico mural. A esta altura, yo ya estaba muy concentrado en el arte y en el strawberry cucumber limeade, un trago abstemio de frutilla, pepino, azúcar, jugo de lima y agua. Entre los platos insignia, las copas en alto y un buen augurio. Chin chin.
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