El clásico espresso italiano inició el camino para ser reconocido como Patrimonio de la Humanidad: la solicitud fue enviada por el Ministerio de Agricultura a la Comisión Nacional de la Unesco en Italia, que debe presentarla antes del 31 de marzo a la sede de la agencia de la ONU en París. No sería raro que suceda: muchas tradiciones italianas fueron reconocidas por la Unesco, desde la recolección de trufas y el arte de la pizza napolitana hasta la dieta mediterránea y la fabricación de violines en Cremona.
En Italia se toman 30 millones de espressos por día, en pocillos o vasos, siempre sin leche ni azúcar. Esta semana, distintas cafeterías italianas se unieron en una campaña nacional para promover la unción de la bebida. “Ir a beber un espresso es un pretexto para decirle a un amigo que te preocupás por él”, opinó Massimiliano Rosati, propietario del antiguo y prestigioso Café Gambrinus de Nápoles: “Lo bebemos todos los días, en cualquier momento. Es un momento para compartir, un momento mágico”.
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