Un acto de justicia para el sudaca, sudoroso en Navidad por tanto menú hipercalórico importado del Norte, nueces, turrones, uf, almendras: el frapuccino baja la sensación térmica. Si una convención periodística impone para la fecha el resumen de la temporada, éste es mi balance: el capuccino helado fue la bebida del año (bueno, al menos entre las abstemias, porque de las etílicas este sommelier se inclina ante la Amarula, aunque sea para entonar la taza). En vasotes importados de cartón y con nombres aun paradójicos (“alto” se llama el más bajo, “venti” es un balde de pochoclo), el frapuccino acercó el café a los “tweens“, los adolescentes de 12 casi inadvertidos de la ingesta de cafeína, siempre en ostentación del tamaño mayor y reafirmando identidad en la vajilla descartable con sus nombres escritos con marcador indeleble, a menudo abreviados: “Nico”, insiste en anotar el barista voluntarioso, aun cuando el cliente reclame para sí el tratamiento digno de un crédito completo.
Entre tanta nieve falsa y renos de cotillón, el frapuccino no niega el verano, en franca disidencia con la postal navideña típica: invernal. Podrá llamarse McFrappé en el McCafé o Frappé a secas en Havanna, pero Starbucks tiene la patente: el Toffe Nut Frapuccino fue actualizado para la ocasión del maridaje con pan dulce. Es una bebida fría y mantecosa con sabor a caramelo, que combina espresso, nueces tostadas y fina leche al vapor, todo cubierto con crema batida y chips. Más que un café, en la tienda multinacional se comprará una golosina, o la ilusión módica de una Navidad blanca por 16 pesos.
Para espíritus más emprendedores (y acaso telúricos), una receta casera del Ice Capuccino de Cabrales puede ser el batacazo doméstico después del vitel toné de la tía Delia. Ingredientes: 90 ml. de espresso (el equivalente a un pocillo y medio) + 120 ml. de leche fría + 2 cucharadas soperas de azúcar + canela en polvo + chocolate rallado + hielo (mucho: por lo menos, cuatro cubitos). Preparación: poner el café recién preparado y el resto de los ingredientes en una licuadora y mezclarlos hasta que queden frozen. En un vaso alto y transparente, el más refinado podrá apretar una cáscara de naranja, dejando que sólo caigan los aceites que perfumen. Servir en tandas, para conseguir dos colores, y el detalle: decorar con chocolate rallado; también se le puede agregar espuma de leche o crema batida. Con sorbete y definitivamente convertido en un postre, una advertencia final: beber con moderación, no sea que el frío se te suba a la cabeza.
Publicado hoy en Clarín
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Frapuccino, la bebida de la temporada
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