Un malentendido me hizo pasar por presuntuoso: hace muchos años, un amigo cascarrabias me acusó de snob por el nombre con el que bauticé a un perrito. “¡A quién se le ocurre llamarlo como un pensador griego!”, acusó y yo, inadvertido de la coincidencia, respondí que solo me proponía homenajear al padre de los Simpson. ¿Cómo entender el mundo gracias a Homero y compañía? El libro Los Simpson y la filosofía, recién publicado acá, propone que esta serie de dibujos animados acaso sea el mayor logro inesperado del pensamiento contemporáneo, porque hace las preguntas que los grandes pensadores vienen formulando desde hace siglos, y que Homero, el de Springfield, tiene más que ver con Aristóteles que el poeta griego.
Filosofía desde Atenas hasta Springfield: esta serie de dibujos animados acaso sea el mayor logro inesperado del pensamiento contemporáneo.
“¿En qué sentido puede resultar admirable Homero Simpson?”, se pregunta el filósofo Raja Halwani, uno de los veinte autores de este ensayo. Veamos. Aristóteles enumeró cuatro tipos de carácter, el virtuoso, el moderado, el intemperante y el vicioso. A simple vista, Homero no es un modelo de virtudes (los ejemplos son infinitos) pero aun así existe algo admirable en él: su “intensa humanidad”, como dice Marge el día que enumera las cosas buenas de su familia. “Está ocupado en disfrutar la vida, o su versión de la misma, al máximo”, afirma Halwani: “Este gusto por vivir no obedece a un cálculo de su parte, y tal vez ni siquiera sea consciente de él”. Si los atributos que contribuyen a la felicidad y el bienestar generales se interpretan como cualidades éticas, la razón práctica confirma a Homero como un modelo aristotélico. En esta línea de pensamiento, el libro se hace otras preguntas. ¿Puede ser que Marge nos resulte tan familiar porque es una mujer machista? ¿Las miserias del señor Burns nos enseñan algo productivo sobre la felicidad? ¿Quién decide si Los Simpson es una serie incorrecta y combativa o una confirmación de los postulados del establishment? ¿Por qué las últimas temporadas ya no nos hacen reír?
Esta última pregunta es mía. Tal vez sea porque Springfield ya pasó por todos los infortunios posibles pero, entonces… ¿podemos considerarnos buenos si el desastre ajeno nos causa gracia? Tan buenos como Homero, en cualquier caso. Es probable que la serie sea el artefacto de cultura popular más importante del cambio de siglo: sus personajes destilan el pensamiento de Aristóteles pero también de Kant, Heidegger o Sartre aunque las pretensiones no sean nada presuntuosas porque, como bien dice Lisa, “si los dibujos animados fueran para adultos, los emitirían en mejor horario”.