El gran hallazgo de este año, para mí, es que el aceite de oliva también se puede catar, como el café o el vino. Mis amigos de Oliovita, la marca de aceite de oliva extra virgen más reconocida del país, me iniciaron en los palotes de la cata, como publiqué aquí mismo hace unos días. Pero después del ritual llega la pregunta inevitable: ¿qué debería apreciar durante la experiencia de catar? Por lo menos tres aspectos. Primero, el frutado: es el conjunto de sensaciones olfativas percibidas por vía directa o retronasal con las que se descubren aromas a hierbas, pasto recién cortado, tomate, alcachofa, almendras o manzana. Después, el sabor amargo: se percibe al fondo de la lengua. Y por el último, el picante: la sensación táctil de picor. Un dato: para mantener una buena conservación del aceite de oliva extra virgen hay que ponerlo en lugares frescos, secos y alejados de la luz y el calor. En definitiva: como el café.
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La cata de aceite: decime qué se siente
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Nicolás Artusi
Es periodista y sommelier de café. Trabaja en radio, prensa gráfica, televisión y online. Escribe libros largos y artículos cortos. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
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